Comunidad Kalunga recibe reconocimiento sin precedentes de la ONU

En medio de los recurrentes problemas con los invasores de tierras, las comunidades kalunga que viven desde hace más de 300 años en la Chapada dos Veadeiros, en el estado de Goiás, región central de Brasil, alcanzaron esta semana un importante logro: su sitio histórico fue registrado oficialmente como el primer TICCA -Territorios y Áreas Conservadas por Comunidades Indígenas y Locales- de Brasil.

Ubicadas en los municipios de Cavalcante, Teresina de Goiás y Monte Alegre, en el nordeste del estado, las 39 comunidades cimarrones que componen el Patrimonio Histórico y Cultural de Kalunga logran con este reconocimiento, otorgado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, ampliar la autonomía necesaria para la gestión de su territorio, que comprende 261 mil hectáreas.

El título recibido de la ONU se atribuye a los "territorios comunitarios y tradicionales conservados, en los que la comunidad tiene una profunda conexión con el lugar que habita, procesos internos de gestión y gobernanza y resultados positivos en la conservación de la naturaleza".

"Estamos muy orgullosos de recibir la noticia de que el Territorio de Kalunga, uno de los mayores de Brasil, ha sido reconocido por la ONU como TICCA, un territorio preservado. Esto significa que todavía tenemos muchos frutos, mucha naturaleza y muchas bellezas conservadas. Creo que ahora tendremos más socios que nos ayudarán en la lucha por la conquista de todo nuestro territorio", dijo el presidente de la Asociación Kalunga Quilombo (AQK), Jorge Moreira de Oliveira, a la Agência Brasil.

Kalunga
El territorio de Kalunga, rico en agua y biodiversidad, está en el punto de mira de los agricultores interesados en la minería y tala ilegales - Maiana Diniz/Direitos reservados

Ritmo de la naturaleza

La agricultura es una actividad tradicional del pueblo kalunga, descendiente de los esclavos de la época colonial. La plantación con bajas emisiones de carbono se practica basándose en conocimientos ancestrales, de plantar "al ritmo de la naturaleza", prescindiendo del uso de agroquímicos y máquinas.

Las plantaciones se realizan en pequeñas explotaciones, normalmente de menos de una hectárea. Predomina la agricultura de subsistencia y las zonas cultivadas se utilizan hasta cuatro años. Después de este periodo, dejan que la tierra "descanse" durante diez años. En general, los kalunga solo comercializan los excedentes de producción.

Invasores

El territorio de Kalunga, rico en agua y biodiversidad, está en el punto de mira de los agricultores interesados en la minería y tala ilegales, y en utilizar la tierra para la ganadería y la especulación inmobiliaria, con la esperanza de venderla a precios elevados en el futuro.

"Por desgracia, las invasiones son recurrentes aquí. En julio, por ejemplo, encontramos una zona de unas 1.000 hectáreas devastada con el uso de maquinaria. Ahora esperamos, con este reconocimiento de la ONU, tener más fuerza para afrontar retos como éste", agrega el presidente de la asociación kalunga.

Se espera que, con la validación obtenida, los kalunga tengan, además de mejores condiciones para proteger su territorio contra estas amenazas externas, la posibilidad de añadir aún más valor al turismo comunitario que desarrolla y a los productos de la región.



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