El nivel de cobre en las aguas del río Paraopeba llega a 600 veces por encima de lo permitido a ríos usados para el abastecimiento humano, riego en producción de alimento, pesca y actividades de ocio. Esta es otra consecuencia de la rotura de presa de la minera Vale en la ciudad de Brumadinho, estado de Minas Gerais.
El límite aceptable de cobre es 0,009mg/litroitro (miligramos por litro), pero varió de 2,5 a 5,4mg/litro en las 22 muestras recogidas en una expedición a lo largo de 305 kilómetros de Paraopeba para informe de la Fundación SOS Mata Atlántica, divulgado el miércoles (27) en São Paulo.
La conclusión del documento es que río Paraopeba perdió la condición de importante manantial de abastecimiento público y usos múltiples del agua en razón de las 14 toneladas de desechos de minerales arrastrados y depositados en el río, resultado de la rotura de la presa del Complejo de Córrego do Feijão, de la minera Vale.
Según el informe, 112 hectáreas de bosques nativos fueron devastadas debido al arrastre de desechos tras la rotura. De esas, 55 hectáreas eran áreas bien preservadas.
“Los metales que encontramos [en Paraopeba], que son hierro, cobre, manganeso, no hacen daño a la salud en pequeñas cantidades. La diferencia entre el veneno y el remedio es la dosificación. Ellos se volvieron tóxicos por la cantidad que tenemos en el agua, muy superior a lo que es determinado por ley”, dijo la bióloga Marta Marcondes, profesora y coordinadora del Laboratorio de Análisis Ambiental de la Universidad Municipal de São Caetano del Sur (USCS).
También se detectó un nivel de cromo hasta 42 veces más alto que lo aceptable en la legislación (0,05mg/litro). En esta dosis, el cromo puede causar incluso efectos mutagénicos y muerte.
Vida en el río
De acuerdo con el informe, en toda la extensión recorrida por la expedición, los indicadores de calidad del agua evaluados, incluyendo nivel de oxígeno y turbidez, tampoco revelaron condiciones de vida acuática. De los 22 puntos analizados, 10 presentaron un resultado malo y 12, pésimo.
El alto índice de turbidez -la cantidad de material que hay en el agua dificultando la entrada de luz-, el exceso de nutrientes en descomposición y las altas temperaturas registradas en el agua, entre otros factores estudiados, resultaron en el registro de bajos índices de oxígeno disuelto, en disconformidad con el estándar para ríos de clase 2 (usados para abastecimiento, riego y pesca), fijado en 5 mg/litro. En uno de los puntos analizados, el índice de oxígeno llegó a 1,3 mg /litro, lo que representa un valor insuficiente para el mantenimiento de la vida acuática.
“El agua está inapropiada, sin condiciones de uso y debe respetarse el decreto que el gobierno de Minas publicó, según el cual, en una franja de cien metros, nadie debe utilizar el agua del río porque es arriesgado”, advirtió Malu Ribeiro, experta en Recursos Hídricos de la Fundación SOS Mata Atlántica.
Otras fuentes de contaminación que han tenido efecto potenciado después de la rotura son bacterias provenientes de organismos en descomposición, alcantarillado sin tratamiento o con bajo índice de tratamiento y hasta defensivos agrícolas de fertilizantes.
“El río ya recibía esos contaminantes, pero tenía una capacidad de dilución mayor, entonces daba cuenta de depurarlos. Cuando vino el lodo de los desechos, lo primero que pasó fue que el río bajó, así que disminuyó el volumen de agua y concentró los contaminantes que ya tenía, además de traer otros”, dijo Malu. Como ejemplos, se vio el arrastre de fosas de casas, áreas de cochera, establos y granjas.
Recuperación
Según Malu, se necesita cautela en el establecimiento de plazos para la recuperación del río Paraopeba. “Primero, tenemos que aguardar la ubicación de las víctimas, de los cuerpos, lo que todavía está ocurriendo. El suelo en la región de Brumadinho todavía está siendo removido para localizar esos cuerpos. Mientras tanto, el material [desechos] que está allí esparcido por el ambiente, cada vez que llueve, va hacia el río. Así que todavía no se puede hacer el rediseño de las áreas del lecho del río”, afirmó.
Después de ese primer período, sería necesario retirar lo que fuera posible de esos desechos y recolocarlos en un vertedero. Según Malu, el monitoreo del río es importante para acompañar la condición del agua e identificar cuando el Paraopeba tendrá condiciones de ser repoblado con peces y cuando los municipios podrán captar agua nuevamente.
La experta recordó que el río Doce aún no se ha recuperado y sigue afectando a las zonas costeras y marinas, tres años después de la rotura de presa de Mariana, también en Minas Gerais. “La recuperación de las matas ciliares, de las nacientes, los afluentes que llegan al Paraopeba en buena calidad son claves para devolver al río la capacidad de regeneración”, afirmó Malu.
“Una cosa importante es que, ahora más que nunca, la revitalización del río San Francisco necesita salir del papel. Y la revitalización del San Francisco ahora pasa por la recuperación del Paraopeba. El Paraopeba es el que forma el San Francisco. Si él llega enfermo en el embalse de Três Marias, es como si tuviera un cuentagotas de veneno arrojando en el río San Francisco cada día”, agregó.
El Paraopeba está entre los 15 principales formadores de la Cuenca del San Francisco. Era responsable del 43% del abastecimiento público de la región metropolitana de Belo Horizonte, formada por 15 municipios, incluido Brumadinho.
El San Francisco nace en Minas Gerais, región Sudeste de Brasil, recorre 2.830 km hasta el estado de Alagoas, región Nordeste, donde desemboca en el Océano Atlántico. Al menos 530 municipios brasileños dependen del agua y de la energía generada por las centrales hidroeléctricas construidas a lo largo del río. Três Marias es la primera de esas plantas y se encuentra también en Minas Gerais.
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